El destino no es de uno, simplemente esta a nuestro alrededor.

La vida da muchos giros, y en realidad me arrepiento de todo corazón cuando contradecía a mi profesora de Español en el bachillerato, cuando le decía que el destino de uno no esta escrito como se afirmaban en algunas ocasiones, sino que era cada persona dueña de su propio porvenir, que cada ser humano con su facultad de razonar se crea su propio destino. Ahora que vivo en Medellín, y que estoy apartado de mi gran familia, digo gran familia porque hemos sido grandes en tantas adversidades que hemos padecido; y de aquellos seres que me vieron triunfar y crecer, puedo comprendo la grandeza del señor (Dios), y me doy cuenta de que el destino ya esta escrito; mejor dicho, he aceptado que el destino es como una partida de Poker, las cartas ya están sobre la mesa, simplemente a cada uno le toca es barajar y saber jugar.

Me contradigo de mis discusiones carecientes de lógica con la profe Villalba, porque me ocurrió un hecho que marco mucho mi vida. Cuando estaba en Santa fe de Antioquia, le había dicho a mi mamá que quería triunfar, que quería salir adelante, quería demostrar aun mas de lo que era capaz, porque estando en ese bello municipio de Antioquia no se progresaría de igual forma como se puede hacer en la capital de la montaña (Medellín). Luego de platicarle mis decisiones y mis aspiraciones, para ese entonces muy remotas y escasas de traerlas a la realidad; me llama una tía por parte de papa (Beatriz Tejada P.) proponiéndome la oferta de que si quería trabajar, estudiar, y vivir en compañía de toda su familia. Pues sinceramente, fue como yo decir que me dieran esto, y apareció el todo poderoso para dármelo. Así fue, le acepte a mi tía la propuesta, y a las tres semanas de haberse concebido dicha oferta, ya me encontraba en Medellín.

Me sentía un poco defraudado cuando salí del bachillerato, pues ver partir a mis amigos probar un mejor futuro, y viendo como personas que no me daban la talla se iban para la gran ciudad de los antioqueños a progresar; fue para mi una experiencia muy dura, en donde explote mi humildad y mi nobleza; pues me toco aguardar con paciencia y fe durante un año para que todo pasara como lo había soñada. Hoy en día, me alegra muchísimo estar en Medellín y vivir toreando a ese toro loco apodado "La vida".

Todo fue como cerrar los ojos y abrirlos para observa la realidad a la que me hacia acreedor por mis esfuerzos a lo largo de mi corta vida. Ya me encuentro en Medellín, trabajando en un muy buen lugar, con la universidad ya lista para comenzar, y viviendo en compañía de una familia muy humilde, pero sobre todo, muy humanitaria.

Solo cabe decir, que seguiré siendo el mismo chico que andaba acarreriado por el empedrado santafereño, seré el mismo descomplicado y humilde como lo he sido, seguiré siendo ese Esteban que por casualidad usted o ustedes conocen. Este blogger es simplemente una ventana escrita de lo que ha sido, es y será mi vida.

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